viernes, agosto 18, 2006

El dificil comienzo

Comienzo en este mismo instante la aventura de publicar regularmente mis aventuras como aprendiz de agricultor. Creo que antes de nada lo mejor sería presentarme. Soy de pueblo, de un pequeño pueblo de Cantabria que en mi niñez era un pueblo y ahora es casi zona residencial. En aquellos años la forma de vida más habitual era la ganadería mixta, los hombres tenían un trabajo por cuenta ajena, albañiles, mecánicos, carpinteros, obreros de fábrica, etc. Además en todas las casas había unas pocas vacas de leche, que eran la "libreta de ahorro", se cultivaba una huerta con tomates, pimientos, lechugas, se sembraba maíz para el ganado, la cosecha principal de alubias y patatas para el consumo de la familia, unas gallinas, unos conejos, había un caballo o un mulo que era el rey del establo ... Poco a poco aquello fue perdiéndose, gracias a las distintas coyunturas económicas, la entrada en la comunidad europea, etc., las vacas dejaron de ser un negocio tan rentable, también la situación económica mejoraba, los sueldos eran más altos y la gente prefirió optar por una vida más fácil, menos "esclava". Los prados menos aptos para ser trabajados con tractor se llenaron de escajos, helechos y bardales. El campo se fue abandonando y sólo quedaron los ganaderos profesionales. En mi familia, además del trabajo de mis padres, teníamos unas pocas vacas, unas gallinas, conejos y un mulo como animal de tiro. Aquello pasó al olvido cuando yo tendría trece o catorce años. Pasaron los años y a medida que fui llevando una vida más urbanita de coche, trabajo, ordenadores, móviles y tensiones, aquellos tiempos además de ser pasaos comenzaron a ser buenos. Recordaba el olor de la hierba seca que en junio inundaba el pueblo cuando todo el mundo "hacía la hierba" (ahora huele a hierba ensilada), el ir detrás del mulo mientras las patatas iban saliendo de la tierra, el queso hecho en casa, el coger la fruta del árbol. Hace unos cinco años decidí que era hora de dejar de soñar y empezar a trabajar. En el pueblo, en realidad en pleno monte, mis padres tenían una finca que antaño habían trabajado mis abuelos y que estaba casi convertida en monte bajo. Y ahí comenzó la historia. Primero sería limpiar y segar, recuperar los frutales, plantar algunos nuevos y luego le tocó el turno al huerto, arar un trozo (lo hizo un tractor), y comenzar a experimentar y aprender. Desde entonces la huerta ha ido mejorando año a año, cambiando la organización de los cultivos y la forma de llevarlos a cabo (más adelante explicaré como está la huerta este año). Hasta aquí el pasado y la nostalgia, a partir de aquí comienza el presente y la acción.

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